En mi breve escapada a las Fragas del Eume, me sumergí en un mundo natural lleno de encanto. El canto melodioso de las aves, como el azor y el martín pescador, resonaba en el aire mientras exploraba el bosque. Entre las sombras de los árboles, las salamandras se deslizaban con elegancia sobre las hojas caídas, creando un ambiente mágico. Durante mi ruta, me encontré con un puente que se alzaba sobre el río, una estructura que se integraba perfectamente en el entorno. A pesar de no poder presenciar las nutrias ni descubrir otros vestigios históricos, la belleza natural del lugar dejó una huella imborrable en mi corazón. A pesar de la cicatriz del incendio de 2012, las Fragas del Eume siguen siendo un refugio encantador donde la vida salvaje y la historia se entrelazan en un paisaje cautivador.
Categorías: Galicia
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